CONOCIENDO A CRISTO
Predicador: Maestro de la Palabra, Doctor Kenneth Anleu
Lugar: Iglesia Cristiana Genesaret
Fecha: 29-03-09
Juan 13:16 – 17
En verdad, en verdad os digo: un siervo no es mayor que su señor, ni un enviado es mayor que el que le envió. Si sabéis esto, seréis felices si lo practicáis.
INTRODUCCIÓN
Para hacer discípulos de Cristo, primero hay que ser un discípulo de Cristo, y no nos debemos conformar con solamente escuchar Palabra en los cultos o discipulados, ni tampoco con solo leer La Biblia como si estuviéramos leyendo cualquier libro de historias pasadas que se dejaron atrás y no se repetirán nunca más; debemos aprender de Cristo haciendo lo que Él hizo, así como aprendieron sus primeros discípulos, y para ello debemos estudiar y poner por obra todo lo que Jesucristo hizo, y esto lo podremos hacer escudriñando los evangelios. Pero este “descubrir” de la Palabra de Dios, no lo podemos hacer usando únicamente el razonamiento, y utilizando las fuentes de información a nuestro alcance como diccionarios, enciclopedias y concordancias bíblicas, sino, es muy importante contar con la revelación del Espíritu Santo.
1. El discípulo al igual que Cristo debe ser engendrado por el Espíritu
Mateo 1:18
Y el nacimiento de Jesucristo fue como sigue. Estando su madre María desposada con José, antes de que se consumara el matrimonio, se halló que había concebido por obra del Espíritu Santo.
La Palabra nos declara que la concepción o engendramiento de Jesús fue una obra sobrenatural en la cual no participó de ninguna manera la decisión ni las pasiones humanas; el engendramiento de Jesús fue obra de Dios, obra del Espíritu Santo.
Lucas 1:34 – 35
Entonces María dijo al ángel: ¿Cómo será esto, puesto que soy virgen? Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso lo santo que nacerá será llamado Hijo de Dios.
Al no haber participación humana en la concepción de Jesús, no hubo tampoco imperfecciones heredadas de la naturaleza carnal, no hubo ningún engendramiento estando en pecado, como si sucedió con todos los demás hombres que nacieron por voluntad de varón al heredar la naturaleza caída del primer Adán.
No significa esto que Jesús no era un hombre verdadero, ya que La Palabra nos declara que Él encarnó en un cuerpo humano, y se despojó a sí mismo de sus poderes divinos para poder encarnar en un cuerpo limitado y mortal.
Filipenses 2:5 – 7
Haya, pues, en vosotros esta actitud que hubo también en Cristo Jesús, el cual, aunque existía en forma de Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse, sino que se despojó a sí mismo tomando forma de siervo, haciéndose semejante a los hombres.
Nosotros como discípulos de Cristo debemos aprender de esta lección, a Él no le importó existir en forma de Dios y ser igual a Dios; a nosotros no nos debe importar la importancia que tengamos: si somos de familia distinguida, si venimos de una cuna bien acomodada económicamente, si éramos líderes importantes, si somos profesionales exitosos, si éramos pilares en las comunidades en donde vivíamos, etcétera.
La Palabra nos dice que Él se despojó a sí mismo, es decir que renunció a lo que Él era, renunció a lo que Él tenía, renunció a lo que le pertenecía por derecho, y tomó forma de siervo. Así nosotros debemos aprender a renunciar a lo que somos o lo que fuimos, renunciar a lo que tenemos o teníamos, para tomar form
a de siervos del Dios altísimo. No importa que tan grande creamos que somos, siempre la recompensa de Dios será más grande que nosotros.
Jesús tenía todas las características y limitaciones de un humano: se cansaba, se alegraba, se entristecía, se podía herir y sangrar como cualquier otro ser humano, sentía dolor, y fue tentado en todo, pero sin haber cometido ningún pecado, como lo declaran la carta a los hebreos y la segunda carta a los corintios.
Hebreos 4:15
Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas, sino uno que ha sido tentado en todo como nosotros, pero sin pecado.
2 Corintios 5:21
Al que no conoció pecado, le hizo pecado por nosotros, para que fuéramos hechos justicia de Dios en El.
El que no cometió pecado ahora está habitando en nuestros corazones, Él nos demostró que si se puede vivir una vida sin pecar, y ahora está unido en un espíritu con nosotros para que podamos vivir agradando al Padre, sin pecar deliberadamente. Como discípulos de Cristo debemos aprender a vivir en la gracia de Dios.
Romanos 6:11 – 13
Así también vosotros, consideraos muertos para el pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús. Por tanto, no reine el pecado en vuestro cuerpo mortal para que no obedezcáis sus lujurias; ni presentéis los miembros de vuestro cuerpo al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia.
Porque nosotros al igual que Jesús también fuimos engendrados no por voluntad humana, sino por la voluntad de Dios, y por la acción del Espíritu Santo, para que alcancemos la imagen del Hijo de Dios, pues en nuestro primer nacimiento si participó voluntad humana por el deseo de nuestros padres, pero en nuestro segundo nacimiento la única voluntad que participó fue la de Dios:
Juan 1:12 – 13
Pero a todos los que le recibieron, les dio el derecho de llegar a ser hijos de Dios, es decir, a los que creen en su nombre, que no nacieron de sangre, ni de la voluntad de la carne, ni de la voluntad del hombre, sino de Dios.
Juan 3:5 – 6
Jesús respondió: En verdad, en verdad te digo que el que no nace de agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es, y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.
2. El discípulo QUE tiene a Cristo TIENE AL Dios con nosotros
Mateo 1:23
HE AQUI, LA VIRGEN CONCEBIRA Y DARA A LUZ UN HIJO, Y LE PONDRAN POR NOMBRE EMMANUEL, que traducido significa: DIOS CON NOSOTROS.
Jesucristo al venir a este mundo en forma de hombre cumplió literalmente la profecía dada en Isaías 7:14, ya que Dios vino a habitar entre los hombres, Dios vino a habitar con los hombres, cumpliendo así en Jesucristo literalmente que está Dios con nosotros.
Pero más allá de un cumplimiento literal que Dios estaría con nosotros, hubo una segunda parte del cumplimiento de dicha profecía, la cual inicialmente estaba velada al entendimiento humano, y era que Dios no solo estaría con nosotros estando entre nosotros, sino que estaría con nosotros estando en nosotros, como lo declara la carta a los Gálatas:
Gálatas 4:6
Y porque sois hijos, Dios ha enviado el Espíritu de su Hijo a nuestros corazones, clamando: ¡Abba! ¡Padre!
Aún así Dios en su exquisita sabiduría y misericordia fue más allá del cumplimiento de su profecía de estar con nosotros, ya que no solo está con nosotros estando en nosotros sino que al abrirle nuestro corazón a Cristo como Señor y Salvador al estar en nosotros se une a nosotros haciéndose uno con nosotros en el espíritu, como lo declara La Palabra en la carta a los romanos y en la primera carta a los corintios:
Romanos 8:16
y este mismo Espíritu se une a nuestro espíritu para dar testimonio de que ya somos hijos de Dios.
1 Corintios 6:17
Pero el que se une al Señor, es un espíritu con El.
Dios ofreció un regalo: que a través de Cristo estaría con nosotros, sin embargo en el cumplimiento de su profecía no solo dio un regalo, sino dio cuatro regalos:
a) Está con nosotros
b) Está en nosotros
c) Cristo se hace un espíritu con nosotros; y
d) El Espíritu Santo también habita en nosotros
Romanos 8:9 – 10
Sin embargo, vosotros no estáis en la carne sino en el Espíritu, si en verdad el Espíritu de Dios habita en vosotros. Pero si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, el tal no es de El. Y si Cristo está en vosotros, aunque el cuerpo esté muerto a causa del pecado, sin embargo, el espíritu está vivo a causa de la justicia.
Con esto estamos viendo que en ese cuádruple regalo de Dios lleva incluida una doble porción de acompañamiento, ya que están en nosotros no solo el espíritu de Cristo, sino también el Espíritu Santo.
Finalmente podemos sacar como conclusión en este primer capítulo de Mateo que como discípulos de Cristo engendrados por voluntad de Dios y acompañados en todo momento por Cristo y el Espíritu Santo, debemos vivir conforme a la voluntad de Dios, según lo instruido por Pablo en la carta a los romanos capítulo 12:
Romanos 12:1 – 2
Por consiguiente, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios que presentéis vuestros cuerpos como sacrificio vivo y santo, aceptable a Dios, que es vuestro culto racional. Y no os adaptéis a este mundo, sino transformaos mediante la renovación de vuestra mente, para que verifiquéis cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno, aceptable y perfecto.
Romanos 12:1 – 2
Por tanto, hermanos míos, les ruego por la misericordia de Dios que se presenten ustedes mismos como ofrenda viva, santa y agradable a Dios. Este es el verdadero culto que deben ofrecer. No vivan ya según los criterios del tiempo presente; al contrario, cambien su manera de pensar para que así cambie su manera de vivir y lleguen a conocer la voluntad de Dios, es decir ,lo que es bueno, lo que le es grato, lo que es perfecto.
En verdad, en verdad os digo: un siervo no es mayor que su señor, ni un enviado es mayor que el que le envió. Si sabéis esto, seréis felices si lo practicáis.
INTRODUCCIÓN
Para hacer discípulos de Cristo, primero hay que ser un discípulo de Cristo, y no nos debemos conformar con solamente escuchar Palabra en los cultos o discipulados, ni tampoco con solo leer La Biblia como si estuviéramos leyendo cualquier libro de historias pasadas que se dejaron atrás y no se repetirán nunca más; debemos aprender de Cristo haciendo lo que Él hizo, así como aprendieron sus primeros discípulos, y para ello debemos estudiar y poner por obra todo lo que Jesucristo hizo, y esto lo podremos hacer escudriñando los evangelios. Pero este “descubrir” de la Palabra de Dios, no lo podemos hacer usando únicamente el razonamiento, y utilizando las fuentes de información a nuestro alcance como diccionarios, enciclopedias y concordancias bíblicas, sino, es muy importante contar con la revelación del Espíritu Santo.
1. El discípulo al igual que Cristo debe ser engendrado por el Espíritu
Mateo 1:18
Y el nacimiento de Jesucristo fue como sigue. Estando su madre María desposada con José, antes de que se consumara el matrimonio, se halló que había concebido por obra del Espíritu Santo.
La Palabra nos declara que la concepción o engendramiento de Jesús fue una obra sobrenatural en la cual no participó de ninguna manera la decisión ni las pasiones humanas; el engendramiento de Jesús fue obra de Dios, obra del Espíritu Santo.
Lucas 1:34 – 35
Entonces María dijo al ángel: ¿Cómo será esto, puesto que soy virgen? Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso lo santo que nacerá será llamado Hijo de Dios.
Al no haber participación humana en la concepción de Jesús, no hubo tampoco imperfecciones heredadas de la naturaleza carnal, no hubo ningún engendramiento estando en pecado, como si sucedió con todos los demás hombres que nacieron por voluntad de varón al heredar la naturaleza caída del primer Adán.
No significa esto que Jesús no era un hombre verdadero, ya que La Palabra nos declara que Él encarnó en un cuerpo humano, y se despojó a sí mismo de sus poderes divinos para poder encarnar en un cuerpo limitado y mortal.
Filipenses 2:5 – 7
Haya, pues, en vosotros esta actitud que hubo también en Cristo Jesús, el cual, aunque existía en forma de Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse, sino que se despojó a sí mismo tomando forma de siervo, haciéndose semejante a los hombres.
Nosotros como discípulos de Cristo debemos aprender de esta lección, a Él no le importó existir en forma de Dios y ser igual a Dios; a nosotros no nos debe importar la importancia que tengamos: si somos de familia distinguida, si venimos de una cuna bien acomodada económicamente, si éramos líderes importantes, si somos profesionales exitosos, si éramos pilares en las comunidades en donde vivíamos, etcétera.
La Palabra nos dice que Él se despojó a sí mismo, es decir que renunció a lo que Él era, renunció a lo que Él tenía, renunció a lo que le pertenecía por derecho, y tomó forma de siervo. Así nosotros debemos aprender a renunciar a lo que somos o lo que fuimos, renunciar a lo que tenemos o teníamos, para tomar form
a de siervos del Dios altísimo. No importa que tan grande creamos que somos, siempre la recompensa de Dios será más grande que nosotros.Jesús tenía todas las características y limitaciones de un humano: se cansaba, se alegraba, se entristecía, se podía herir y sangrar como cualquier otro ser humano, sentía dolor, y fue tentado en todo, pero sin haber cometido ningún pecado, como lo declaran la carta a los hebreos y la segunda carta a los corintios.
Hebreos 4:15
Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas, sino uno que ha sido tentado en todo como nosotros, pero sin pecado.
2 Corintios 5:21
Al que no conoció pecado, le hizo pecado por nosotros, para que fuéramos hechos justicia de Dios en El.
El que no cometió pecado ahora está habitando en nuestros corazones, Él nos demostró que si se puede vivir una vida sin pecar, y ahora está unido en un espíritu con nosotros para que podamos vivir agradando al Padre, sin pecar deliberadamente. Como discípulos de Cristo debemos aprender a vivir en la gracia de Dios.
Romanos 6:11 – 13
Así también vosotros, consideraos muertos para el pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús. Por tanto, no reine el pecado en vuestro cuerpo mortal para que no obedezcáis sus lujurias; ni presentéis los miembros de vuestro cuerpo al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia.
Porque nosotros al igual que Jesús también fuimos engendrados no por voluntad humana, sino por la voluntad de Dios, y por la acción del Espíritu Santo, para que alcancemos la imagen del Hijo de Dios, pues en nuestro primer nacimiento si participó voluntad humana por el deseo de nuestros padres, pero en nuestro segundo nacimiento la única voluntad que participó fue la de Dios:
Juan 1:12 – 13
Pero a todos los que le recibieron, les dio el derecho de llegar a ser hijos de Dios, es decir, a los que creen en su nombre, que no nacieron de sangre, ni de la voluntad de la carne, ni de la voluntad del hombre, sino de Dios.
Juan 3:5 – 6
Jesús respondió: En verdad, en verdad te digo que el que no nace de agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es, y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.
2. El discípulo QUE tiene a Cristo TIENE AL Dios con nosotros
Mateo 1:23
HE AQUI, LA VIRGEN CONCEBIRA Y DARA A LUZ UN HIJO, Y LE PONDRAN POR NOMBRE EMMANUEL, que traducido significa: DIOS CON NOSOTROS.
Jesucristo al venir a este mundo en forma de hombre cumplió literalmente la profecía dada en Isaías 7:14, ya que Dios vino a habitar entre los hombres, Dios vino a habitar con los hombres, cumpliendo así en Jesucristo literalmente que está Dios con nosotros.
Pero más allá de un cumplimiento literal que Dios estaría con nosotros, hubo una segunda parte del cumplimiento de dicha profecía, la cual inicialmente estaba velada al entendimiento humano, y era que Dios no solo estaría con nosotros estando entre nosotros, sino que estaría con nosotros estando en nosotros, como lo declara la carta a los Gálatas:
Gálatas 4:6
Y porque sois hijos, Dios ha enviado el Espíritu de su Hijo a nuestros corazones, clamando: ¡Abba! ¡Padre!
Aún así Dios en su exquisita sabiduría y misericordia fue más allá del cumplimiento de su profecía de estar con nosotros, ya que no solo está con nosotros estando en nosotros sino que al abrirle nuestro corazón a Cristo como Señor y Salvador al estar en nosotros se une a nosotros haciéndose uno con nosotros en el espíritu, como lo declara La Palabra en la carta a los romanos y en la primera carta a los corintios:
Romanos 8:16
y este mismo Espíritu se une a nuestro espíritu para dar testimonio de que ya somos hijos de Dios.
1 Corintios 6:17
Pero el que se une al Señor, es un espíritu con El.
Dios ofreció un regalo: que a través de Cristo estaría con nosotros, sin embargo en el cumplimiento de su profecía no solo dio un regalo, sino dio cuatro regalos:
a) Está con nosotros
b) Está en nosotros
c) Cristo se hace un espíritu con nosotros; y
d) El Espíritu Santo también habita en nosotros
Romanos 8:9 – 10
Sin embargo, vosotros no estáis en la carne sino en el Espíritu, si en verdad el Espíritu de Dios habita en vosotros. Pero si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, el tal no es de El. Y si Cristo está en vosotros, aunque el cuerpo esté muerto a causa del pecado, sin embargo, el espíritu está vivo a causa de la justicia.
Con esto estamos viendo que en ese cuádruple regalo de Dios lleva incluida una doble porción de acompañamiento, ya que están en nosotros no solo el espíritu de Cristo, sino también el Espíritu Santo.
Finalmente podemos sacar como conclusión en este primer capítulo de Mateo que como discípulos de Cristo engendrados por voluntad de Dios y acompañados en todo momento por Cristo y el Espíritu Santo, debemos vivir conforme a la voluntad de Dios, según lo instruido por Pablo en la carta a los romanos capítulo 12:
Romanos 12:1 – 2
Por consiguiente, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios que presentéis vuestros cuerpos como sacrificio vivo y santo, aceptable a Dios, que es vuestro culto racional. Y no os adaptéis a este mundo, sino transformaos mediante la renovación de vuestra mente, para que verifiquéis cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno, aceptable y perfecto.
Romanos 12:1 – 2
Por tanto, hermanos míos, les ruego por la misericordia de Dios que se presenten ustedes mismos como ofrenda viva, santa y agradable a Dios. Este es el verdadero culto que deben ofrecer. No vivan ya según los criterios del tiempo presente; al contrario, cambien su manera de pensar para que así cambie su manera de vivir y lleguen a conocer la voluntad de Dios, es decir ,lo que es bueno, lo que le es grato, lo que es perfecto.
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