INTRODUCCIÓN
Hoy día en el pleno inicio del Siglo XXI, con el impulso de la globalización, en la era de la influencia de las grandes compañías transnacionales, todo se mueve alrededor del tamaño, del volumen, de la capacidad. Hoy día lo que importa es que tan grande es tu empresa, que tan grande es tu televisor, que tan caro es tu carro o tu ropa, que tan grandes son tus ganancias o tu sueldo. La iglesia evangélica, hablo de iglesia evangélica porque no es lo mismo que hablar de la Iglesia de Cristo, se ha dejado envolver por esa globalización y hoy día importa mucho si la iglesia es una mega iglesia, porque si es una iglesia pequeña, para los teólogos del nuevo milenio, es sinónimo de fracaso. Pero la pregunta que debemos resolver a la luz de La Palabra es ¿Cuál es la grandeza, el crecimiento, el tamaño, que Dios espera de su iglesia? ¿Cómo y en qué debe crecer?
a. CRECIMIENTO DE DISCÍPULOS.
Hechos 6:7
Y crecía la palabra del Señor, y el número de los discípulos se multiplicaba grandemente en Jerusalén; también muchos de los sacerdotes obedecían a la fe.
Dios está interesado en que crezca el número de discípulos de Cristo, no en que crezca el número de seguidores, no en que crezca la cantidad de asistentes a una iglesia, no en que crezca el número de oidores olvidadizos. A Dios no le importa si tenemos una mega iglesia con miles de personas que solo sientan comezón de oír. A Dios le interesa que se multiplique grandemente el número de discípulos; y ya sabemos que discípulo es aquél que habla como su maestro, que vive como su maestro, que practica lo que enseñaba su maestro, que enseña lo que enseña su maestro, que se convierte en multiplicador de la doctrina de su maestro. ¿Eres tú discípulo de Cristo?
b. CRECER EN EL PODER DEL ESPÍRITU SANTO, CON SEÑALES, LIBERACIONES, SANIDADES.
Hechos 4:4
Pero muchos de los que habían oído la palabra, creyeron; y el número de los varones era como cinco mil.
Hechos 4:29 – 31
29 Y ahora, Señor, mira sus amenazas, y concede a tus siervos que con todo denuedo hablen tu palabra, 30 mientras extiendes tu mano para que se hagan sanidades y señales y prodigios mediante el nombre de tu santo Hijo Jesús. 31 Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios.
Dios quiere que su iglesia crezca en el poder del Espíritu Santo, porque ese poder hace que existan sanidades, señales y prodigios en el nombre de Jesús. La diferencia entre Jesús y los rabinos de su tiempo era la autoridad, y la autoridad venía en el poder, el cual daba testimonio de que Jesús estaba lleno del Espíritu Santo porque practicaba lo que el Padre le decía que hiciera, porque llevaba una vida de oración, de obediencia, de alabanza al Padre. Ese poder lo da el Espíritu Santo, y va a traer multitudes a los pies de Cristo.
¿Estás lleno del Espíritu Santo?
Hechos 8:6 – 17
6 Y la gente, unánime, escuchaba atentamente las cosas que decía Felipe, oyendo y viendo las señales que hacía. 7 Porque de muchos que tenían espíritus inmundos, salían éstos dando grandes voces; y muchos paralíticos y cojos eran sanados; 8 así que había gran gozo en aquella ciudad. 9 Pero había un hombre llamado Simón, que antes ejercía la magia en aquella ciudad, y había engañado a la gente de Samaria, haciéndose pasar por algún grande. 10 A éste oían atentamente todos, desde el más pequeño hasta el más grande, diciendo: Este es el gran poder de Dios. 11 Y le estaban atentos, porque con sus artes mágicas les había engañado mucho tiempo. 12 Pero cuando creyeron a Felipe, que anunciaba el evangelio del reino de Dios y el nombre de Jesucristo, se bautizaban hombres y mujeres. 13 También creyó Simón mismo, y habiéndose bautizado, estaba siempre con Felipe; y viendo las señales y grandes milagros que se hacían, estaba atónito. 14 Cuando los apóstoles que estaban en Jerusalén oyeron que Samaria había recibido la palabra de Dios, enviaron allá a Pedro y a Juan; 15 los cuales, habiendo venido, oraron por ellos para que recibiesen el Espíritu Santo; 16 porque aún no había descendido sobre ninguno de ellos, sino que solamente habían sido bautizados en el nombre de Jesús. 17 Entonces les imponían las manos, y recibían el Espíritu Santo.
c. CRECER EN EL CONOCIMIENTO DE LAS DIMENSIONES DE DIOS.
Efesios 3:18 – 19
18 seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, 19 y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios.
Hay muchas personas que están asistiendo a las iglesias evangélicas pero que no conocen las dimensiones de Dios. Muchos solo conocen al Dios redentor, el que les redimió del pecado y de la muerte, pero solo eso. Esta cita de Efesios 3:18 – 19 nos invita a conocer todas las dimensiones de Dios, y cuando nos las describe nos habla de un cubo en medio del cual se encuentra inmerso el cristiano, visualizando y admirando todas las dimensiones de Dios desde adentro mismo, y el centro de ese cubo es el amor de Cristo, que excede todo conocimiento. Y cuando indica todo conocimiento se refiere en el griego a ginósko que significa notar, reconocer, saber, sentir, entender, información, comprender, conocer, conocimiento, en otras palabras conocer pero en el sentido mental, utilizando el raciocinio, es decir un conocimiento limitado por nuestras experiencias y por nuestros sentidos. La Palabra nos dice que el amor de Cristo excede a todo conocimiento, en el griego excede significa juperbálo lanzar más allá de la marca usual, sobrepasar, exceder, superabundante, supereminente. En otras palabras el amor de Cristo sobrepasa superabundantemente el conocimiento natural del hombre acerca de Dios. Ahora, esto se logra cuando nosotros conocemos el largo, el ancho, la altura y la profundidad de Dios, estando parados dentro de las dimensiones de Dios, y teniendo como centro el amor de Cristo.
¿Conoces las dimensiones de Dios?
d. CRECER EN LA ESTATURA DE CRISTO.
Efesios 4:13 – 15
13 hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo; 14 para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error, 15 sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo,
Cuando un niño va creciendo, se va comparando con su mamá y su papá, cuando la madre es mas bajita que el padre, el niño empieza comparándose en estatura con la mamá, primero ve que le llega a los senos, luego que le llega a los hombros, luego a la nariz, luego a la frente, y cuando ya la alcanzó en estatura, entonces se pasa a compararse con el papá, y cuando alcanzó la estatura del papá se siente feliz y satisfecho porque todo lo que crezca de allí en adelante es ganancia para él. Así deberíamos de ser nosotros, deberíamos de estar constantemente comparándonos con Cristo, porque es la medida de comparación que nos pone La Biblia. La medida de comparación no es el discipulador, no es el diácono, no es el anciano, no es el pastor, no es el maestro, no es el evangelista, no es el profeta, ni es el apóstol. La medida de comparación es Cristo. ¿Y cómo hacemos para compararnos con Él? Sencillo, vamos a los evangelios, veamos qué es lo que Él hacía ante la situación que nos enfrentamos, y en la medida en que actuemos como él lo hizo, así estaremos alcanzando la estatura de Cristo en esa área.
La diferencia de la comparación con papá o mamá, es que con ellos solo nos podemos comparar en una dimensión, que es la altura, pero en Cristo La Biblia dice “la estatura de la plenitud de Cristo” es decir que existen varios puntos de comparación no solo uno, porque es la altura de la plenitud, no solo de la longitud, porque la plenitud de Cristo tiene varias dimensiones, como lo vimos con anterioridad. Tenemos que ver como estamos en la altura del amor, de la misericordia, de la madurez, de la obediencia, de la fe, de las obras, etcétera.
¿Estás alcanzando la estatura de la plenitud de Cristo?
e. CRECER EN LA LIMPIEZA Y PURIFICACIÓN DE NUESTRAS VIDAS.
Efesios 5:25 – 27
25 Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, 26 para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, 27 a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha.
Cuando nosotros venimos a Cristo nos dotan de vestiduras nuevas, limpias, sin mancha ni arruga; sin embargo en el caminar cristiano cada vez que nosotros pecamos manchamos nuestras ropas, y entre más serio sea el pecado o la falta cometida más obscura y grande es la mancha en nuestros vestidos. Dios nos ha dejado alternativas para limpiar nuestros vestidos, como el pedir perdón de nuestros pecados a través del abogado que está sentado a la diestra de Dios, que es Cristo Jesús. La otra alternativa es que no manchemos nuestras ropas, es decir que mantengamos nuestros vestidos sin agregar nuevas manchas y arrugas, a través de la consagración, de la santificación de nuestras vidas. Una alternativa más es andar en las obras justas, predestinadas para nosotros de antemano.
Muchas personas han manchado sus ropas, lo saben, están conscientes de ello, conocen la alternativa pero no piden perdón, muchas veces acumulan un montón de faltas y después piden perdón solo por algunas, y así es como van acumulando manchas en sus vestidos. Muchas personas saben hacer lo bueno, pero no lo hacen y así acumulan arrugas en su vestido. Muchas saben que lo que van a hacer está malo, pero aún así lo hacen, y así acumulan tanto manchas como arrugas. Pero Dios, nos da alternativas para limpiar nuestros vestidos.
¿Tienes tus vestiduras blancas, limpias, sin manchas ni arrugas, ni imperfecciones, ni cosas semejantes?
CONCLUSIÓN
Hechos 12:24
Pero la palabra del Señor crecía y se multiplicaba.
TODOS LOS TIPOS DE CRECIMIENTO QUE SE DAN DENTRO DE LA IGLESIA PARTEN DE UN PRINCIPIO: DEL CRECIMIENTO PODEROSO DE LA PALABRA DE DIOS. La palabra te hace crecer como discípulo de Cristo, la palabra te hace crecer en el poder del Espíritu Santo, la palabra te hace crecer en el conocimiento de las dimensiones de Dios, la palabra te hace crecer en la estatura de la plenitud de Cristo, la palabra te hace crecer en la limpieza, purificación y consagración de tu vida.
Para tener un crecimiento que supere superabundantemente lo pensado o lo esperado por el hombre, debes meterte de lleno en la palabra de Dios.
Judas 1:24 – 25
24 Y a aquel que es poderoso para guardaros sin caída, y presentaros sin mancha delante de su gloria con gran alegría, 25 al único y sabio Dios, nuestro Salvador, sea gloria y majestad, imperio y potencia, ahora y por todos los siglos. Amén.