DISMINUYENDO YO PARA QUE CREZCA CRISTO EN MÍ.
DISMINUYENDO YO PARA QUE CREZCA CRISTO EN MÍ.
IGLESIA CRISTIANA GENESARET
Dr. Keneth Renato Anleu Ortega
Juan 3:30 RV60
Es necesario que él crezca, pero que yo mengüe.
INTRODUCCIÓN
Hace
3 semanas atrás Dios nos habló sobre la importancia de perder el temor de
acercarnos a Él porque Él nos quiere hablar. Vimos que
el hombre cuando ve la magnificencia de Dios se inhibe de acercarse a Él, unas
veces porque no se siente, o sabe que no está, limpio, otras veces porque tiene temor de ser rechazado por Dios,
pero ese rechazo está únicamente en su mente porque Dios no rechaza a ningún
necesitado que se acerque a Él con corazón contrito y humillado, otras veces cuando ve las cosas maravillosas de Dios y el
fuego del Espíritu piensan que no van a tolerar estar cerca de Dios y que van a
ser consumidos por la presencia de Dios, y otras veces porque saben que para
acercarse a Dios es necesario realizar algunos sacrificios, renunciar a ciertas
cosas a las que ya está acostumbrado o le gustan, y todo eso hace que para una
gran mayoría sea preferible tener una relación un poco distante, un poco lejana
de Dios, y que sea otro el que se atreva a acercarse a Dios, que sea otro el
que se atreva a hacer sacrificios en su vida, para que Dios le diga cuál es su
voluntad para ellos.
Vimos
también que Dios está interesado en tener una comunicación personal y directa
con cada uno de sus hijos, y que Cristo nos abrió el camino para acercarnos al
Padre, y que lo que tenemos que hacer es acercarnos con la intención de
escuchar lo que Dios quiere de nosotros y que Dios empecerá a hablarnos y
compartirnos sus planes, sus pensamientos, para que tú también compartas de
parte de Dios con el pueblo. Escuchar significa prestar
atención, atender un aviso, un consejo, una sugerencia, para aplicar lo que se
oyó. De esto hablaremos hoy, del efecto que produce en nosotros aplicar
lo que Dios nos dice.
I.
APRENDIENDO
A ESCUCHAR Y OBEDECER LA VOZ DE DIOS.
Juan 10:2 – 5
2 Pero el que entra por
la puerta, es el pastor de las ovejas. 3
A éste le abre el portero, y las ovejas oyen su
voz; llama a sus ovejas por nombre y las conduce afuera. 4 Cuando saca todas las suyas, va delante de ellas, y las
ovejas lo siguen porque conocen su voz. 5 Pero a un
desconocido no seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los
extraños.
Juan 10:26 – 29
26 Pero
vosotros no creéis porque no sois de mis ovejas. 27 Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco y me siguen; 28 y yo les doy vida eterna y jamás perecerán, y nadie las
arrebatará de mi mano. 29 Mi Padre que
me las
dio es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano del Padre.
Esta cita bíblica es clave para
que entendamos nuestra relación con Dios. Aquí encontramos una razón por la
cual muchos cristianos no se acercan a Dios para escuchar lo que Él quiere
decirles: porque no conocen la voz de Dios.
Jesús dijo mis ovejas oyen mi voz y me siguen, la palabra “oyen” en el griego se puede traducir también como
“obedecen”, y la palabra “siguen” se puede traducir como “acompañan” o “están
en el mismo camino con”, así mismo la palabra traducida en nuestras biblias
como “voz” en griego significa “tono, sonido” pero la raíz de esta palabra
significa “iluminar, brillar, revelar”, lo cual nos indica que la voz de Jesús se
conoce por revelación. Entonces
esta declaración de Jesús se puede traducir así: “mis ovejas obedecen mi voz y me
acompañan” o “mis ovejas obedecen mi voz y están en el mismo camino conmigo”.
La pregunta es: ¿Conoces la voz de tu pastor, de Jesús?
Como sé la respuesta, sencillo: ¿Obedezco las
enseñanzas de Jesús? Si las obedeces conoces su voz, si no las obedeces no
conoces su voz, si a veces obedeces y a veces no es porque no conoces su voz. ¿Estás acompañando
a Jesús? ¿Estás en el mismo camino que Jesús? Si no vas acompañando a Cristo en
su caminar entonces no conoces su voz. Si no estás en el mismo camino que
Jesús, entonces no conoces su voz. Y si no conoces la voz de Jesús, no conoces
la voz del Padre, porque Jesús y el Padre son uno solo.
¿Cuál
es la importancia de escuchar la voz de tu Pastor Jesucristo? Que sus ovejas
oyen su voz, que sus ovejas le obedecen, que sus ovejas le acompañan a dónde él va, que sus ovejas van por el
mismo camino que dónde él va; que sus ovejas obedecen la revelación
de la palabra de Jesús.
Y, ¿Qué
pasa si no obedezco a la voz de Jesús, si no estoy en el mismo camino de Jesús?
Que te tendrías que preguntar ¿Soy oveja de Jesús?
¿Conoces realmente la voz de tu
Pastor, Jesucristo?
II.
APRENDIENDO
A NEGARSE A UNO MISMO
Lucas 9:22 – 24
22 diciendo: El Hijo del
Hombre debe padecer mucho, y ser rechazado por los ancianos, los principales
sacerdotes y los escribas, y ser muerto, y resucitar al tercer día. 23 Y
decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a
sí mismo, tome su cruz cada día y sígame. 24 Porque el que
quiera salvar su vida, la perderá, pero el que pierda su vida por causa de mí,
ése la salvará.
Tito 2:11 – 14
11 Porque la gracia de
Dios se ha manifestado, trayendo salvación a todos los hombres, 12 enseñándonos,
que negando la impiedad y los deseos mundanos, vivamos en este mundo sobria,
justa y piadosamente, 13 aguardando la esperanza bienaventurada
y la manifestación de la gloria de nuestro gran Dios y Salvador Cristo Jesús, 14 quien se
dio a sí mismo por nosotros, para REDIMIRNOS DE TODA INIQUIDAD y PURIFICAR PARA
SI UN PUEBLO PARA POSESIÓN SUYA, celoso de buenas obras.
Cuando aprendemos a escuchar, a
obedecer, la voz de nuestro Pastor nos damos cuenta que
lo que nosotros pensamos no es lo que Dios piensa, que lo que nosotros hacemos no es lo que Dios hace, y
entonces nos encontramos en una encrucijada:
a. Obedezco lo que Dios me dice y dejo de pensar y actuar como
estoy acostumbrado, y haciendo lo que Dios me dice me niego a mí mismo, y
acepto el señorío de Cristo y de Dios en mi vida, cuya recompensa será
inmensamente grande, en esta vida y la venidera.
b. No escucho, no obedezco lo que Dios me dice, y sigo haciendo
y actuando como estoy acostumbrado, en cuyo caso la recompensa estará limitada
a recibir lo que obedecí, que fue creer en Cristo como Señor y Salvador, lo que
quiere decir que mi recompensa se limitará a ser salvo de la segunda muerte y
ser parte del reino de Dios.
Lo anterior
lo podemos comparar con aquellos siervos a quienes les dieron 10, 5 y 1
talento, el que escuchó, obedeció, a su
amo, de recompensa le doblaron el premio, pero el que
se conformó con entregar solo el único talento que le habían dado solo vio como
sus otros dos consiervos eran premiados, mientras él se quedaba afuera, con
frío, llorando y lamentándose por no haber escuchado, obedecido, a su amo. Los
tres sabían que su amo era duro, exigente, y que les iba a pedir cuentas de lo
que hicieron con el dinero que les dio; pero solo dos obedecieron, el otro se
arriesgó a quedarse solo con lo que su amo le había dado.
¿Te has preguntado porqué el amo le dio 10 talentos a uno,
5 a otro y solo 1 talento al último siervo? Porque él los conocía, y les dio a
cada uno según su capacidad. Así es Dios contigo: Él te da, te ordena, te
revela, solo lo que tú tienes la capacidad de manejar. Todo lo que Dios te ha
revelado a través de las prédicas en esta casa, en esta iglesia, es porque Él
sabe que tu tienes el potencial de recibirlo y hacerlo, pero, ¿Qué has hecho
con lo que Dios te ha revelado? ¿Lo has
escuchado, lo has obedecido?
El negarse a sí
mismo empieza por obedecer a la voz de Dios, y negarse a los deseos y placeres
que uno está acostumbrado o quiere para sí mismo.
Jesús dijo: Si alguno
quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame. Negarse a sí mismo no debe ser cosa de una sola
vez, de una época o período de nuestra vida; Jesús dijo “tome su cruz cada día”,
lo cual indica que es necesario negarse a uno mismo todos los días, negarse en
griego significa rechazarse, es necesario que cada día, todos los días,
rechacemos lo que nos gusta, si lo que nos gusta choca con lo que a Dios le
gusta; que rechacemos a hacer lo que queremos, si lo que queremos choca con lo
que Dios quiere.
Dijo
además Jesús “tome su cruz cada día”. ¿Qué era la cruz? Era el instrumento
utilizado en tiempos de los romanos para matar, ejecutar, quitarle la vida a
una persona; nadie quería ir a la cruz, nadie quería morir en la cruz, todos
sabían que la muerte era dolorosa al extremo, lenta, agónica. Jesús nos está
diciendo que para morir negarse a sí mismo es necesario que aprendamos a cargar
con aquello que no nos gusta. A muchas personas les resulta difícil el
evangelio porque no les gusta que La Palabra les diga que tienen que dejar
aquello que si les gusta. Pero esa cruz le ayudará a negarse a sí mismo. Para
algunos su cruz podría ser el evangelio, porque lo lleva a morir al yo, para
otros será una enfermedad que los obliga a buscar ayuda en Dios, para otros
será una situación que los está obligando a dejar el orgullo para humillarse
delante de Dios.
¿Te estás negando a ti mismo? ¿Estás cargando tu cruz?
III.
APRENDIENDO
A MENGUAR PARA QUE CRISTO CREZCA. MURIENDO PARA CRISTO VIVA EN MÍ.
Juan 3:30 RV60
Es necesario que él crezca, pero que yo mengüe.
Gálatas 5:24 – 25 LBLA
24 Pues los que son de Cristo Jesús han
crucificado la carne con sus pasiones y deseos. 25 Si vivimos por el Espíritu, andemos
también por el Espíritu.
Gálatas 2:20 LBLA
Con Cristo he sido crucificado, y ya no soy yo el
que vive, sino que Cristo vive en mí; y la vida
que ahora vivo en la carne, la vivo por fe en el Hijo de Dios, el cual me amó y
se entregó a sí mismo por mí.
Gálatas 6:14 LBLA
Pero jamás acontezca que yo me gloríe, sino en la
cruz de nuestro Señor Jesucristo, por el cual el mundo ha sido crucificado para
mí y yo para el mundo.
Cuando
nosotros hemos aprendido a escuchar la voz del Pastor Jesucristo, a obedecer, a
acompañarlo y andar con Él en el mismo camino, empezamos a negarnos a nosotros
mismos, empezamos a tomar lo que a Dios le agrada para incorporarlo a nuestra
vida, y entonces sucede que poco a poco nuestro yo empieza a menguar, a
disminuir, y Jesús empieza a crecer dentro de nosotros.
La relación del tamaño de la vida de Cristo en
nuestras vidas es inversamente proporcional al tamaño de mi yo: si mi yo es muy
grande Cristo es muy pequeño en mí; entre más pequeño mi yo, más grande es
Cristo en mí.
En
nuestra vida es necesario que aprendamos como Cristo a hacer la voluntad del
Padre y llevar a nuestro yo, a nuestra carne, a nuestros pasiones y deseos a crucificarlos en la cruz de Cristo, para
hacerlos morir, para que podamos decir ya no vivo yo, Cristo vive en mí. Es
necesario que así como yo estoy crucificado para el mundo, el mundo esté
crucificado para mí.
Muchos
desde que se hicieron cristianos, sus amigos y familiares ya no les hablan ni
los invitan a sus fiestas y reuniones. ¿Por qué? Porque ya murieron para ellos.
Pero el cristiano muchas veces sigue suspirando por las reuniones con sus
amigos aunque ello significaba reuniones para buscar el pecado. ¿Por qué?
Porque el mundo no ha muerto para ellos. ¿Cómo sé que el mundo ha muerto para
mí? Cuando ya no te importa lo que pasa en el mundo. Pero no me refiero a tu
ciudad, tu vecindario, tu trabajo; me refiero al sistema mundo, ese sistema
tergiversado, degenerado y manipulado por el diablo para hacer lo malo. Cuando
ya no te importe si tus amigos y familiares se alejaron de ti porque tú ya no
tienes los mismos deseos de pecar que ellos, entonces estarás muriendo para el
mundo.
Cuando Jesús estaba clavado en la
cruz, los ladrones que crucificaron a los lados de él, y los fariseos,
escribas, miembros del sanedrín, y otros malos judíos le gritaban “bájate de la
cruz”; es lo mismo que pasa con nosotros, siempre habrán amigos, familiares,
vecinos, ¡y hasta hermanos en la iglesia! Que te gritarán “bájate de la cruz”
“no seas tan fanático” porque no quieren que mueras al mundo, porque se sentirán
solos sin tu compañía; pero ellos eligieron seguir vivos al mundo, pero quieren
que otros que si quieren morir los acompañen. El problema es que ellos tendrán
su recompensa, la cual no será igual a la recompensa de aquellos que subieron a
la cruz de Cristo. Si tu menguas, Cristo
crecerá dentro de ti, y Cristo siempre obedecerá al Padre, hasta la muerte y
muerte de cruz.
¿ESTÁS DISPUESTO A MENGUAR? ¿ESTÁS DISPUESTO A MORIR EN LA CRUZ?
LOS QUE OBEDECEN, LOS QUE ACOMPAÑAN A JESÚS POR
EL CAMINO, LOS QUE SE NIEGAN A SÍ MISMOS, SON LOS QUE DEJARÁN QUE CRISTO CREZCA
EN ELLOS, Y SERÁN LOS QUE PODRÁN IR A LA CRUZ A MORIR PARA ELLOS MISMOS, PARA
EL MUNDO, PERO A VIVIR PARA DIOS. MENGUANDO TÚ Y CRECIENDO CRISTO PERDERÁS EL
TEMOR DE ACERCARTE A DIOS PARA ESCUCHAR LO QUE ÉL QUIERE DECIRTE.
No hay comentarios:
Publicar un comentario