UN EXALTADO HUMILDE

Predicador: Maestro de la Palabra Kenneth Anleu
Lugar: Iglesia Cristiana Genesaret
Fecha: 28-06-09

Mat 3:13 – 15 NVI
13 Un día Jesús fue de Galilea al Jordán para que Juan lo bautizara. 14 Pero Juan trató de disuadirlo. --Yo soy el que necesita ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí? --objetó. 15 --Dejémoslo así por ahora, pues nos conviene cumplir con lo que es justo --le contestó Jesús. Entonces Juan consintió.

INTRODUCCIÓN

La naturaleza de Dios conlleva atributos y perfecciones tales como la perfección, la bondad, la santidad, el amor, la justicia, la rectitud, y muchos otros más, que Él anhela observar en sus hijos como parte de la imagen moral de Dios, dentro de esas características la humildad es una de ellas. Jesucristo a pesar de tener en Él mismo toda la plenitud de la deidad (Colosenses 2:9), y a pesar de ser Dios nunca demostró tener orgullo, ni sentirse superior a los demás seres humanos, a pesar de que efectivamente lo era. Jesús dice La Palabra de Dios que cumplió con toda la ley (Mateo 5:17), con todos los mandamientos de Dios los cuales incluyen el ser humilde (Salmo 138:6) y además el mismo instruyó a todos a imitarlo a Él en la mansedumbre y humildad (Mat 11:29 Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y HALLAREIS DESCANSO PARA VUESTRAS ALMAS).

I. El bautismo de arrepentimiento:

Lucas 3:3 LBLA
Y él fue por toda la región contigua al Jordán, predicando un bautismo de arrepentimiento para el perdón de los pecados;

Mat 3:5 – 6 LBLA
5 Acudía a él la gente de Jerusalén, de toda Judea y de toda la región del Jordán. 6 Cuando confesaban sus pecados, él los bautizaba en el río Jordán.

La palabra Jordán desciende de una raíz hebrea que significa “que desciende, o descender” esto da idea de que el bautismo de arrepentimiento de Juan significaba bajarse de un lugar más alto, es decir dejar el orgullo y humillarse. El bautismo de agua de Juan era para muchos de ese tiempo una situación de humillación, ya que para bautizarse se requería antes que confesasen sus pecados, y no lo hacían en un lugar privado, ni en lo secreto entre Juan y el pecador sino enfrente de la multitud de personas. Nadie era bautizado por Juan sin que antes reconociera y confesara sus pecados. Era humillante porque algunos o muchos de esos pecados deben haber sido muy malos, o muy feos, algunos los mantuvieron en secreto por mucho tiempo porque eran muy pervertidos para ser conocidos por las otras personas. Por ello quien estaba dispuesto a bautizarse estaba dispuesto a humillarse.

Lucas 3:7 – 10 LBLA
7 Por eso, decía a las multitudes que acudían para que él las bautizara: ¡Camada de víboras! ¿Quién os enseñó a huir de la ira que vendrá? 8 Por tanto, dad frutos dignos de arrepentimiento; y no comencéis a deciros a vosotros mismos: "Tenemos a Abraham por padre", porque os digo que Dios puede levantar hijos a Abraham de estas piedras. 9 Y también el hacha ya está puesta a la raíz de los árboles; por tanto, todo árbol que no da buen fruto es cortado y echado al fuego. 10 Y las multitudes le preguntaban, diciendo: ¿Qué, pues, haremos?

Juan el bautista era un hombre recto, que llamaba a las cosas por su nombre, no rodeaba los problemas o los pecados para señalarlos de frente; esta es una característica que le o nos hace falta a muchos predicadores que ya no le llaman pecado al pecado, sino le buscan otros nombres tales como enfermedades, errores, debilidades; por miedo a que los creyentes se enojen y abandonen la iglesia. Muchas veces ese temor va unido al miedo de perder el financiamiento de los diezmos y las ofrendas, o simplemente porque se quiere tener una iglesia grande no importando la calidad de los creyentes que van a esa iglesia.

Al mismo tiempo también es cierto que los creyentes o asistentes a las iglesias de hoy en día quieren ser mimados por el pastor o los ministros, quieren que se les tolere los pecados, las malas actitudes, su falta de compromiso.

Hay hijos hoy en día que quieren que sus padres les aguaten todas las cosas que hacen, no quieren que sus padres los corrijan, no quieren que los regañen o castiguen, mucho menos que le apliquen la vara; pero eso sí, quieren comportarse como si no tuvieran sobre ellos ninguna autoridad.

A las multitudes de aquél entonces Juan les decía sus verdades en sus caras: víboras, los van a cortar, los van a echar al fuego, eran algunas de las cosas que Juan les decía y sin embargo no decían:

- ¡Ay ese Juan tan duro para hablar!
- ¡Ay ese Juan tan tosco, no tiene modales!
- Si Juan sigue hablando así mejor me voy a ir a otra iglesia.
- Si mi papá, si mi mamá me sigue diciendo que no hacer, o me sigue regañando me voy a ir de la casa.
- Ese Juan tan desamorado que es, no tiene amor al prójimo para hablar así.

Las multitudes cuando Juan les decía la verdad, pedían perdón por sus pecados y se bautizaban, y todavía preguntaban ¿Qué debemos hacer?

Esto debe enseñar a los ministros, padres de familia, jefes, autoridades, que es mejor llamarle pecado al pecado y no disfrazarlo con otro nombre más elegante o rimbombante porque se le hace un mal a los creyentes, a los hijos, a los trabajadores, a los ciudadanos; se les enseña a hacer hipócritas, se les enseña que dando sus diezmos y ofrendas aunque estén mal no se les va a señalar el pecado, eso se llama corrupción porque el ministro que está actuando así se está dejando sobornar con diezmos y ofrendas.

Los padres que no corrigen a sus hijos tarde o temprano verán las consecuencias, por eso hay hijos que no solo se desviaron del camino de Dios, sino que terminaron siendo irresponsables, delincuentes y hasta homicidas; los padres al igual que los ministros que se pueden dejar sobornar por los diezmos y ofrendas, los padres de familia también se pueden dejar sobornar por los hijos por un poco de cariño, por los berrinches, por los enojos.

Aunque las ovejas no lo entiendan ahora, aunque los hijos no lo entiendan ahora, lo entenderán después; aunque digan:

- Que pastor tan cuadrado.
- Que pastor tan legalista, no puede ser flexible.
- Que padres tan anticuados.
- Que padres tan incomprensibles, que no dejan a sus hijos gozar de las fiestas.

Un escritor en un ensayo dijo una vez que se aprende a ser hijo siendo padre, porque cuando se corrige a los hijos se dan cuenta de lo que ellos mismos le hicieron a sus padres, se arrepienten y dicen “si yo volviera a ser joven no le haría eso nuevamente a mis padres”.

También dijo que se aprende a ser padre cuando se es abuelo, porque habiendo cometido todos los errores posibles con sus propios hijos, tratan de no cometerlos con sus nietos.

Se dice que después de los cuarenta años se empiezan a comprender mejor las lecciones que nuestros padres trataron de enseñarnos y que no aprendimos en su momento, por eso no dejemos de ser directos para señalar los pecados, porque aunque tarde en comprenderse las razones por las cuales se cuida, protege y corrige a nuestros hijos algún día lo comprenderán. Aprendamos a ser como Juan.


II. La autoridad y la humildad de Cristo:

Todas las personas que venían a Juan el bautista lo respetaban, y creían que él era un enviado especial de Dios y algunos lo confundieron con que él era el Cristo; sin embargo Juan les declara a todos la verdad:

Lucas 3:16
Juan respondió, diciendo a todos: Yo os bautizo con agua; pero viene el que es más poderoso que yo; a quien no soy digno de desatar la correa de sus sandalias; El os bautizará con el Espíritu Santo y fuego.

Juan declara que Jesucristo se encuentra en una posición mucho mayor que él mismo, y por ende mucho más alto que todos los demás, dado que los otros consideraban a Juan mayor que ellos. Es tan alta la dignidad que Juan declara de Jesucristo que indica que Juan mismo no es digno de desatar la correa de las sandalias de Jesús, y le atribuye tal poder como nadie lo había tenido ni lo tendría jamás.

Sin embargo, a pesar de la autoridad y el poder de Jesucristo es impresionante que no teniendo pecados que confesar, no teniendo pecados que perdonar, ni nada que Juan le reprochara, Jesús se presenta ante Juan para ser bautizado; Juan inicialmente se rehúsa a bautizar a Jesús porque reconoce que él debe ser bautizado por Jesús y no al revés, sin embargo en un acto admirable de humildad Jesús le dice que se haga así para hacer justicia. Jesús se sometió a la autoridad delegada por Dios, ya que en ese momento Jesús aún no había iniciado su ministerio.

La autoridad de Cristo llega a tal extremo que es el único que puede bautizar con el Espíritu Santo, nadie más lo puede hacer, por eso nadie que no tenga al espíritu de Cristo puede recibir el bautismo con el Espíritu Santo, es decir nadie que no haya recibido a Cristo como Señor y Salvador y no haya aceptado el sacrificio redentor puede recibir el bautismo con el Espíritu Santo.

Hay un hecho aún mayor y que a menudo pasa desapercibido entre los cristianos, el bautismo de fuego. Y es que el hecho de que recibir el bautismo con el Espíritu Santo es precioso, sentir la presencia del Espíritu, su gozo, su unción, su fluir; pero el bautismo con fuego no es tan agradable y apetecible, ya que implica dolor, angustia, sufrimiento, esfuerzo, fe, lealtad, amor a Dios. A nadie le hubiera gustado pasar las horas de angustia de Cristo en el Getsemaní, sentir la opresión de saber lo que le esperaba, del sufrimiento que pasaría por los pecadores sin que Él hubiera cometido pecado.

El bautismo de fuego es necesario para el cristiano, para que aumente su fe, para que verifique él mismo lo que tiene en su corazón, para que aprenda a superar las dificultades, las luchas y las pruebas, para que esté preparado para la tentación que habrá de venir, para que pueda aconsejar a otros que estén pasando por los mismos problemas, para confirmarse en el evangelio. Nadie puede decir que tuvo victoria si no ha participado en la guerra. Nadie puede decir que ha vencido la prueba o la tentación si no ha pasado por ella. El bautismo de fuego es necesario para ser un cristiano completo y preparado.

III. El humilde ensalzado:

Luego de que Jesús bajó al Jordán, en figura de que estaba tomando una actitud humilde, hubo un evento especial: una declaración del Padre de la complacencia de su hijo:

Lucas 3:21 – 22 NVI
21 Un día en que todos acudían a Juan para que los bautizara, Jesús fue bautizado también. Y mientras oraba, se abrió el cielo, 22 y el Espíritu Santo bajó sobre él en forma de paloma. Entonces se oyó una voz del cielo que decía: “Tú eres mi Hijo amado; estoy muy complacido contigo."

Lo impresionante es que el Padre mismo da testimonio de lo agradable que ha sido su Hijo, de lo mucho que su Hijo lo ha complacido, y es que cuando un hijo de Dios se porta humilde Dios habla bien de él (da buen testimonio de él), pues Dios a los humildes los atiende:

Salmos 138:6
Porque Jehová es excelso, y atiende al humilde, más al altivo mira de lejos.

Esto es una importante lección que los hijos de Dios tienen que aprender, todos quieren ser atendidos por Dios pero no todos lo son, porque no todos son humildes. Y es que la actitud de humildad no se trata de tener un rostro de hombre pobre o golpeado por la vida, no se trata de usar ropas desgastadas o viejas, no se trata de ser pobre, se trata de ser obediente, de ser manso, de tener respeto, de no querer aparentar ser más de lo que en realidad es.

El humilde alcanza muchas bendiciones:

El humilde halla descanso para su alma

Mateo 11:29
Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y HALLAREIS DESCANSO PARA VUESTRAS ALMAS

El humilde es consolado por Dios
2Corintios 7:6
Pero Dios, que consuela a los humildes, nos consoló con la venida de Tito;