LA ARMADURA DE DIOS, parte VI

Predicador: Pastor Antonely Rodas

Lugar: Iglesia Cristiana Genesaret

Fecha: 10-05-09

Después de haber estudiado con revelación cada una de las partes que conforman TODA LA ARMADURA DE DIOS, el discípulo de Cristo debe discernir dos demandas importantes para su vida espiritual y así poder usar dicha armadura en toda su plenitud.

1. El Discípulo de Cristo debe estar firme en todo tiempo
2. El Discípulo de Cristo debe orar en todo tiempo con la ayuda del Espíritu Santo.

“La oración es la cosa que menos hacemos y de la cual más hablamos”

Efesios 6:18 RV60 orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos;
Comparto con ustedes este mismo texto solamente que en otra versión, que de una manera sencilla la Palabra nos demanda a orar de una manera específica con la ayuda del Espíritu Santo o guiado según su inspiración. Es irónico que esta traducción popular de una editorial católica es publicada para que sus fieles conocieran de la Palabra, sin embargo no lo están haciendo, pero es más irónico que los cristianos que decimos haber nacido de nuevo tampoco lo estamos haciendo.

Efesios 6:18 BL95 Vivan orando y suplicando. Oren en todo tiempo según les inspire el Espíritu. Velen en común y perseveren en sus oraciones sin desanimarse nunca, intercediendo en favor de todos los santos, sus hermanos.

Para estar firmes y usando toda la Armadura de Dios, es imprescindible que la oración sea bajo la dirección del Espíritu Santo, vamos a estudiar otros textos que nos implica una asistencia gloriosa de nuestro consolador y ayudador venido del cielo.

Romanos 8:26-27 RV60 Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. (27) Mas el DIOS que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos.

La Palabra es clara y específica para determinar lo que es necesario aplicar como verdadero discípulo de Cristo.

1. El discípulo va a tener debilidades en su vida

2. El único que puede interceder en nuestra ayuda es el Espíritu Santo

3. La Oración del verdadero discípulo de Cristo con la ayuda del Consolador, será conforme a la Voluntad de Dios.

Es importante amada Iglesia de Cristo que al puntualizar estas verdades reveladas, toda persona que busca ser ayudada por Dios a través de Ministros Competentes del Espíritu, tiene que aprender a dejar que su corazón sea escudriñado conforme a lo que dice el texto de Romanos: 27, de esa manera va a entender la manera de proceder conforme a la Palabra y su oración será conforme a la voluntad del Altísimo, y entonces su vida espiritual va a ir madurando.
Vamos a recordar algo que ya fue enseñado en la Iglesia, que es demandante poder vivir la plenitud de lo que infieren los textos desde el contexto de los originales.

AYUDA: Cooperar, con unión
DEBILIDAD: Fragilidad Mental

Cuando regresamos a la Palabra que nos ordena que oremos con la ayuda del Espíritu Santo, vamos a entender que cada discípulo tiene que poner la parte que le corresponda y esta es la ayuda que nos provee Dios a través del Espíritu Santo nos enseña a lograr avanzar en el nombre de Jesucristo y por la Unción, todo esto opera mediante la fe. Si la palabra en el original infiere claramente la debilidad del ser humano se concentra en su fragilidad mental, la unión el la oración con el Espíritu Santo va a renovar el espíritu de mi mente y la va a fortalecer.

Todo hijo de Dios no debe orar mecánicamente, sino que debe ser guiado por Dios, solamente de esa manera el creyente no será esclavo de inseguridad y menos de temor y en otro orden de ideas tampoco debe tener una oración enfocada para sus fines egoístas, la escritura dice en Santiago 4: 3 NVI Y cuando piden, no reciben porque piden con malas intenciones, para satisfacer sus propias pasiones.

Romanos 8:14-16 RV60 Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. (15) Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! (16) El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios.
Ahora como Hijos de Dios guiados por el Espíritu Santo se vive en esa dimensión porque hemos aprendido a orar con la asistencia de nuestro Paracleto y definidos que sin la Unción no vamos a entender las verdades del Reino que se nos ha sido concedido conocer mientras estemos en este tabernáculo terrenal.

1Corintios 2:12-14 RV60 Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido, (13) lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual. (14) Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente.

Ahora es importante usted que lee este estudio, la demanda es que ningún verdadero Hijo de Dios va a cuestionar las ordenanzas del Padre, el que así lo hace sigue procediendo como un hombre natural no ha aprendido a lo que dice Efesio 6: 18 que tiene que orar en todo tiempo y suplica inspirado por el Espíritu Santo, jamás va a entender las verdades del Reino de la luz.
Ahora ponga mucha atención solo en el Nuevo Testamento existe la indicación de echar fuera demonios, de esa cuenta vamos a discernir cuando dice la Palabra que desde los tiempos de Juan el Bautista el Reino de los Cielos sufre violencia, porque marca la antesala de la manifestación del Ungido de Jehová. El diablo y sus huestes de maldad sabían de antemano lo que representaba la aparición del Mesías, era su inminente destrucción tal como conocemos los que hemos recibido la Palabra. Si no es por el Espíritu Santo no entendemos de la lucha espiritual y sobre las asechanzas de las jerarquías demoníacas que están a nuestro alrededor.