VASIJAS ROTAS
VASIJAS ROTAS
IGLESIA CRISTIANA GENESARET
Dr. Keneth Anleu
Jeremías 19:10 – 11
10 Entonces quebrarás la vasija ante los ojos de los varones que van contigo, 11 y les dirás: Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Así quebrantaré a este pueblo y a esta ciudad, como quien quiebra una vasija de barro, que no se puede restaurar más; y en Tofet se enterrarán, porque no habrá otro lugar para enterrar.
INTRODUCCIÓN:
Dios nos habló hace pocos días atrás que nosotros somos vasos de barro con varias características:
1. Que somos hombres y mujeres imperfectos, pero que tenemos escondido adentro de nosotros un tesoro invaluable, que es el evangelio, a Cristo y al Espíritu Santo.
2. Que ese tesoro hace que se muestre el poder de Dios, pero no es por el vaso, sino por el tesoro que llevamos adentro.
3. Que debemos aprender a ser vasos limpios por dentro y no solo por fuera, ya que de lo contrario seremos solo apariencia, solo religión.
4. Como el alfarero tiene potestad para moldear el vaso, así Dios tiene potestad sobre nosotros para darnos la forma que Él quiere darnos.
5. Dios no solamente nos hizo vasos con un tesoro adentro, sino además vasos de honra, y además vasos de misericordia, y además vasos para ver su gloria.
6. Tenemos que ser vasos que no busquen contaminarse.
7. La sangre de Cristo nos ha quitado la contaminación y nos ha purificado.
8. Hay vasos que no se dejan moldear, que no quieren dejarse dar forma, y a esos vasos no queda otra alternativa más que quebrarlos.
I. EL VASO FRESCO CON LA MASA AÚN MOLDEABLE.
Jeremías 18:3 – 6
3 Y descendí a casa del alfarero, y he aquí que él trabajaba sobre la rueda. 4 Y la vasija de barro que él hacía se echó a perder en su mano; y volvió y la hizo otra vasija, según le pareció mejor hacerla. 5 Entonces vino a mí palabra de Jehová, diciendo: 6 ¿No podré yo hacer de vosotros como este alfarero, oh casa de Israel? dice Jehová. He aquí que como el barro en la mano del alfarero, así sois vosotros en mi mano, oh casa de Israel.
Cuando Dios nos llama y venimos a Él a través de Jesucristo somos como el vaso de barro que está fresco, que se está haciendo aún en las manos del alfarero, quien nos está dando forma pero que en el proceso de moldeado el vaso se deformó, tomó una forma que no era la que el alfarero quería, entonces es relativamente fácil arreglarlo, únicamente se deshace la masa en forma de vasija deformada, se vuelve a hacer el montón de masa y se le vuelve a dar forma, al gusto del alfarero. Así somos nosotros, Dios cuando nos envió al mundo nos envió con la forma, la imagen de Dios, pero nosotros en el proceso de crecimiento nos deformamos, alcanzamos una forma distinta, perdemos la forma, la imagen de Dios, y tomamos otra forma, a imagen de otro u otra cosa, entonces Dios nos busca, nos hace encontrarnos con Cristo, nos deshace como masa aún moldeable y nos empieza a dar una nueva forma como Él quiere, y nos empieza a restaurar otra vez la forma, la imagen de Cristo; y nos empieza a cambiar el carácter, los pensamientos, la manera de vivir, los deseos, las metas, etcétera, hasta hacernos un vaso de la forma que Él quiere.
Al momento del nuevo nacimiento también nos convertimos en vasos nuevos, y dentro de esos vasos nuevos Dios deposita un tesoro escondido, a Cristo y al Espíritu Santo, aunque Dios nos está moldeando aún ya no somos vasos viejos deformes sino vasos nuevos. Pero resulta que hay algunas personas que no les gusta la forma que el alfarero les ha dado y mientras la masa del nuevo vaso aún está fresca busca como adquirir otra forma y se vuelve a deformar y llega el momento que cuando la masa se endurece se queda definitivamente deformada, y entonces ya no hay manera de volverla a restaurar, lo único que se puede hacer con esa vasija es quebrarla y hacer otra vasija distinta.
Si el barro pudiera hablar, el proceso de moldeamiento, de darle forma, sería menos doloroso cuando la masa aún está blanda, comparado cuando la masa ya está dura, es menos doloroso moldear que quebrar. Así es en nuestra vida deberíamos aprender a ser moldeables en las manos de Dios, porque si nos endurecemos nos tienen que quebrar, y eso duele más, aparte del montón de pedazos en los que queda regada nuestra vida. Pero como hay quienes se han endurecido de tal forma que ya no se dejan moldear, Dios nos habla en esta mañana a tiempo, para que nos dejemos moldear y no nos tenga que quebrar.
II. EL VASO ENDURECIDO QUE NECESITA SER QUEBRADO.
Jeremías 19:10 – 11
10 Entonces quebrarás la vasija ante los ojos de los varones que van contigo, 11 y les dirás: Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Así quebrantaré a este pueblo y a esta ciudad, como quien quiebra una vasija de barro, que no se puede restaurar más; y en Tofet se enterrarán, porque no habrá otro lugar para enterrar.
Cuando la vasija ya no se puede restaurar más, es quebrada y enterrada en Tofet, en hebreo Tofet significa golpe o desprecio, o sea que la vasija no va ser quebrada con suavidad, con consideraciones, no se le va a poner entre dos almohadas para quebrarla, sino será quebrada con violencia, con un golpe muy fuerte, será golpeada con rudeza, sin lástima.
Tofet era un lugar en el que los paganos, y algunos israelitas, hacían sacrificios humanos, generalmente sacrificaban a los hijos, o sea que Tofet también nos habla de que es el lugar en donde se tendrá que ir a sacrificar aquél fruto humano que más amamos. ¿Qué es lo que más amas que deforma tu vaso y pone a Dios en segundo, tercer o último lugar? En otras palabras Tofet no sólo nos habla de que el vaso será quebrado con violencia y sin lástima, sino que ese quebrantamiento implica también el sacrificio de aquello que amas y te aparta de Dios. Normalmente lo que amas te forma o te deforma. Si amas la rectitud, la honestidad, la santidad, la pureza, y cosas semejantes, te da forma a tu vaso; pero si amas el adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, enemistades, pleitos, celos, iras, mentiras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas, eso te deforma. En Tofet tendrás que sacrificar lo que te deforma, pero no en una forma fácil, sino en una forma dolorosa, porque Tofet no está destinado solo para romper, sino para destruir, porque cuando rompes quedan pedazos grandes y pequeños de la vasija, cuando destruyes no queda nada de la vasija.
Cuando la masa de barro ya ha fraguado y está endurecida, si la vasija está deformada ya no se puede restaurar más, y en ese momento el alfarero el único camino que le queda es quebrar la vasija, por eso nosotros tenemos que tener la actitud de no endurecernos, de ser moldeables, porque cuando decimos que ya no podemos cambiar se ha llegado el momento de quebrarnos; cuando dices que ya no puedes perdonar se llega el momento de quebrar para perdonar, cuando dices que ya no puedes o ya no quieres caminar se llega el momento de quebrar piernas para volver a hacerte caminar; cuando dices que ya no puedes orar se llega el momento de quebrar algo en tu vida que te obliga a orar; cuando no quieres dejar de pecar se llega el momento de quebrar el pecado que amas para librarte; cuando ya no quieres buscar a Dios se llega el momento de quebrar tu vida alejada de Dios para que te acerques a Él. ¡VALE LA PENA SER MOLDEABLE!
III. CONCLUSIONES
Romanos 9:22 – 23
22 ¿Y qué, si Dios, queriendo mostrar su ira y hacer notorio su poder, soportó con mucha paciencia los vasos de ira preparados para destrucción, 23 y para hacer notorias las riquezas de su gloria, las mostró para con los vasos de misericordia que él preparó de antemano para gloria?
1. Dios nos ha tenido mucha paciencia y nos ha soportado, porque nos ha preparado para ser vasos de honra, vasos de misericordia, vasos que vean su gloria.
2. Los vasos deformados no pueden contener el tesoro escondido adentro, y por eso hay que volver a darles forma, o romperlos para hacerlos de nuevo.
3. Seamos moldeables, no rígidos, dejémonos moldear por Dios, para que no tengamos que ser quebrados.
Hebreos 9:21 – 22
21 Y además de esto, roció también con la sangre el tabernáculo y todos los vasos del ministerio. 22 Y casi todo es purificado, según la ley, con sangre; y sin derramamiento de sangre no se hace remisión.
4. Si nos hemos deformado como vasos, por cualquier razón que sea, Dios está dispuesto a perdonarnos, y a continuar moldeándonos, para darnos la forma, la imagen de su Hijo amado.
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